Vómito de aniversario.
Tengo tu número aún guardado en mi celular,
y tu chat anclado de primero en mi Whatsapp.
Hace seis meses te escribí: "6 meses ya. Que rápido",
hoy abrí nuestra conversación y quise contarte que ya ha pasado un año
desde que se volvió absolutamente imposible hablar con vos, pero no pude.
Tengo miedo. Miedo que alguien me responda, miedo de escuchar una voz y que no sea la tuya,
de obligarme a borrar tu número porque ahora le pertenece a alguien más.
Yo que he sido habilidosamente desapegada toda mi vida,
me aferro a todas las cosas que me conectan con vos:
Las fotos que he ido recolectando en la Buenos Aires,
el amanecer de julio,
el pulpo, la salsa, tus retratos,
la canción de Carla Morrison,
tus amigos.
Esos últimos, ahora también son míos.
Formaste una comunidad de amorcito, de duelo colectivo,
donde nos abrazamos, brindamos por tu existencia,
reímos y lloramos casi cada vez que nos encontramos,
en palabras de Edo "nos caímos bien y nos queremos".
Cambiaste vidas y entre esas la mía.
Tengo un tatuaje que me dice que la vida es ahora,
y un cohete para pensar en vos todos los días.
También pienso en la muerte con más frecuencia,
siento un reloj que me respira encima, siento que se me acaba el tiempo.
Un tiempo incierto, que solo existe en mi cabeza como concepto.
Pienso en que te fuiste porque ya habías cumplido con tu propósito.
¿Cuál es el mío? ¿Qué va pasar si no lo encuentro nunca?
¿Cómo me van a recordar a mí cuando me muera?
De momento, escribir es un camino
aunque sea para escribir de vos
y sacarme de encima las nauseas de no tenerte.
Un año ya. Qué rápido.
Ayer dijiste algo importante: no todos tenemos la oportunidad de vivir el duelo acompañados, gracias por compartir tu travesía conmigo. Con todos. Gracias por ser espejo y ayudar con tus memorias a construir “las nuestras”. Sosteniéndonos juntos el pelo para vomitar. Abrazos.
ResponderEliminar